No podía más.
El mono de gaviotas me corroía, así que me fui a Alcazar, sabedor de la escasez gaviotera en el mes de julio: da gusto equivocarse cuando es para bien. Ya había cierto movimiento, como un buen contingente de Larus ridibundus juveniles. Supongo que muchas de ellas provienen de las cercanas colonias de cría de los humedales manchegos, pero me sorprendió ver una de ellas anillada en Francia, lo que indica al menos un comienzo de migración postnupcial de juveniles.
Me dediqué a capturarlos con el objetivo de mi vieja Coolpix.
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